En este sentido, se resaltó la importancia de la innovación de los procesos
y sistemas educacionales que hagan posible desarrollar los nuevos conocimientos
teóricos y prácticos, y los valores y actitudes que
constituirán la clave para el mejoramiento de la calidad del ambiente y, por
consiguiente, de la calidad de vida, para todos cuantos viven y vivirán en el
mismo, incluyendo en los programas de educación, contenidos referente a la
Educación ambiental, la cual tiene concepción educativa con raíces
antiguas, que actualmente crece y se desarrolla por la necesidad de contribuir
al mejoramiento del ambiente.
Cabe de destacar que el interés
por la protección del medio ambiente está centrado en la salud y el bienestar
del hombre, el cual es el agente causante primordial de la perpetua degradación
del medio y, al mismo tiempo, la víctima principal. Pero la adopción de una
actitud consciente ante el medio y del cual forman parte indisoluble todos los
seres humanos, depende en gran medida de la enseñanza y la educación de la
niñez y la juventud. En este sentido la revista Ecología y Ambiente Nº 28
(2006) ve la educación ambiental como:
Un proceso de aprendizaje dirigido a toda la
población con el fin de motivarla y sensibilizarla para lograr un cambio de
conducta favorable hacia el cuidado del ambiente, promoviendo la participación
de todos en la solución de los problemas ambientales que se presentan. (p. 23)
Por esta razón, concierne a la pedagogía y a las instituciones
educativas desempeñar un papel fundamental en este proceso. Desde edades
tempranas debe inculcarse al niño las primeras ideas sobre la conservación de
la flora, la fauna y los demás componentes del medio
ambiente. Por otra parte es el docente el que debe realizar su trabajo de manera que forme en
los estudiantes, respeto, amor e interés por la conservación de todos los elementos que
conforman el medio ambiente. En la escuela y en el hogar debe forjarse esta
conciencia conservacionista del hombre del mañana.
Sin embargo la educación, aplicada a la
conservación y defensa del medio ambiente, juegan un papel fundamental, siempre
y cuando sea promovida desde las etapas iniciales del desarrollo, no como una
disciplina obligatoria más que se sumará a los programas escolares por temor a
sanciones, sino como parte de una forma
de vida que contempla la necesidad de implementar actitudes y comportamientos
que favorezcan el manejo responsable de nuestros recursos naturales. Así como
los niños aprenden a caminar, a comer con autonomía, a respetar un turno, a
dialogar con sus padres y gran cantidad de comportamientos necesarios para
vivir y adaptarse a la comunidad a la cual pertenecen, están en posibilidad de
asumir desde muy pequeños, conductas medio ambientales que se internalizarán y
en las cuales se apropiarán como partes inherentes a su forma de vida
cotidiana, como cualquier otro hábito o rutina.
El niño(a) y la Educación Inicial, son dos factores que conjugados con el adecuado
desarrollo de la autonomía, la responsabilidad, la sustentabilidad ambiental,
la calidad de vida presente y la posibilidad de un futuro con recursos naturales
aptos para la subsistencia de los seres vivos, nos puede ser una idea para la
reflexión, sino un propósito de acción conjunta implementado por los gobiernos,
sostenido por la comunidad y desarrollado en la escuela y la familia; un
proyecto de inmediata ejecución donde los profesionales, ya sean forestales,
biólogos o científicos de áreas afines, se pongan de acuerdo con los
responsables de la educación de niños desde la etapa maternal para que, de
manera conjunta, se establezcan programas masivos de protección ambiental,
programas que permitan conjugar los saberes estratégicos de la acción docente,
con los conocimientos necesarios para asumir la conservación y defensa del
medio ambiente, teniendo en cuenta detalles que, a simple vista, parecieran
elementales, tales como la construcción de hábitos, entre los cuales se cuenta
el simple cepillado dental y el apropiado manejo de la basura, ya sea ésta una
lata de refresco o el papel del caramelo, típicos residuos de los “quehaceres
infantiles.
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